Ciencia ficción y revolución: recomendaciones y reflexiones
Feb 9, 2016 23:32:50 GMT -2
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Post by mati on Feb 9, 2016 23:32:50 GMT -2
Este post va SIN SPOILERS. Para discutir lecturas consumadas, abramos otro.
La ciencia ficción es un género muy peculiar. En nuestra época, el concepto cristalizado de este género parece estar principalmente asociado con naves espaciales, alienígenas y mucha ciencia incomprensible para el lego. Si bien puede haber mucho de los dos primeros elementos, la realidad es que el último rara vez ocurre o se torna un problema para la lectura. Le Guin, en su introducción a A Fisherman of the Inland Sea, una antología de cuentos de ciencia ficción, explicita una de las apologías más bellas del género, cuya lectura recomiendo. Ella dice "A la gente que no la lee, e incluso a algunos de los que la escriben, les gusta asumir o hacer de cuenta que las ideas usadas en ciencia ficción todas emanan de una familiaridad íntima con con las mecánicas celestes y la teoría cuántica, y son sólo comprensibles a los lectos que trabajan para la NASA y saben programar su VCR. Esta fantasía, mientras que les da un sentido de superioridad a los escritores, les da una excusa a los no-lectores. Simplemente no lo entiendo, protestan, tomando refugio en las profundas, cómodas y anaeróbicas cuevas de la tecnofobia. No sirve de nada decirles que muy pocos autores de ciencia ficción tampoco 'la' entienden".
Si la "fantasía" en torno a la CF es que es un género para eruditos o "nerds" o "geeks" (todos conceptos norteamericanos, no siempre aplicables en todos lados), la "realidad" respecto del género es que toma como punto de partida lo que no es, en cualquier sentido. Un pasado que no fue, un futuro que puede o no ser, un presente que no es este, otro universo, "un mundo en el que...". En las palabras de Ursula: "Toda ficción nos ofrece un mundo que al que no podemos acceder de otra manera, sea porque es en el pasado, o en lugares imaginarios lejanos, o describe experiencias que no hemos tenido, o nos lleva a mentes que son diferentes de las nuestras. para algunas personas, este cambio de mundos, esta infamiliaridad, es una barrera insalvable; para otras, una aventura y un placer". Y ¿por qué adentrarse en lo distinto y lo desconocido podría resultar un impedimento tan grande para algunos? Para algunos, que eligen el "realismo" como forma de ficción. Esas historias en las que todo es familiar, conocido, de este mundo. Donde se denuncia una y otra vez, la vida tal y como es. Como todos la conocemos. Y es que en la aparición de lo diferente, del mundo que no es, se juega algo. Se juega lo que podría ser, la posibilidad misma de lo distinto. Y lo distinto siempre estará en referencia a eso conocido, porque de ahí parte, inevitablemente. Entonces, sea lo distinto muy feo y malo, o muy lindo y bueno, asusta, deprime, preocupa. La última cita del mismo lugar: "Limitar la humanidad a los productores-consumidores de una compleja tecnología industrial creciente es una idea realmente extraña, a la par con definir la humanidad como griega, china o clase-media-alta británica. Deja afuera un poquito demasiado".
Pensar lo que no es, implica pensar, por ejemplo, cuánto mejor o peor podría ser el mundo en el que vivimos. Esta idea está expresada en el concepto de "utopía". La palabra griega significa literalmente no-lugar. Una utopía es un mundo que no es este, pero podría serlo tal vez. Normalmente este subgénero de la CF hace especial énfasis en elementos sociales, culturales, políticos, ideológicos. Es la consigna del tipo "Es una sociedad en la que..." "es un mundo en el cual el Estado y las corporaciones..." etc. Técnicamente, las utopías se dividen en dos clases: distopías son las que describen mundos "malos" y eutopías las que describen mundos "buenos". Una cuestión muy interesante que suscitan estas lecturas, es que no siempre es del todo claro, o no todo el mundo es de la misma opinión, respecto de si una novela en particular es dis o eutópica.
Creo que la consigna de pensar la revolución contiene en sí la idea de pensar en lo que no es. Tenemos que pensar cómo podría ser una sociedad post-revolucionaria. Tenemos que pensar cómo queremos que sea. Tenemos que pensar cómo no queremos que sea. También tenemos que pensar en cómo el mundo podría llegar a ser, si no hay revolución. Si pasa otra cosa. Pero el desafío que toda CF enfrenta es el de construir mundos posibles en serio, mundos coherentes, articulados, que incluyen la mayor cantidad de variables y elementos importantes.
Vamos con la primera recomendación, de la citada autora Ursula K. Le Guin, The Dispossessed y verdadera lectura obligatoria para todo espíritu revolucionario. Una de las primeras preguntas respecto de la revolución es sobre la posibilidad misma de realizarla y especialmente, de realizar la sociedad que vendría después: el anarco-comunismo, comunidad del amor. Una de las creencias que el capitalismo más fuerte inscribe en nosotros, uno de los elementos nucleares de la educación ideológica, es la idea de que el capitalismo es necesario. Sólo hay una forma de vivir y es la que tenemos acá. Por eso, cuando uno pregunta "¿por qué no sería posible vivir en una sociedad fundada en la idea de cooperación y amor, en vez de competencia y explotación?" la respuesta suele ser "porque eso no es el caso, el mundo es así". Y el problema de fondo es que en realidad, lo que habría que probar es que es imposible vivir en un mundo así, en vez de exigir que se pruebe que es posible. Preguntar por la posibilidad, supone de partida que eso de lo que estamos hablando aún no existe. Pero, ¿podría? "No", dice una respuesta un poco más elaborada, "porque el ser humano es malo, corrupto y violento por naturaleza, entonces esa sociedad es imposible". Este argumento es correcto, si fuéramos así por naturaleza, nuestras sociedades serían siempre necesariamente explotadoras. Pero, ¿por qué aceptar que somos así, por naturaleza? Nuevamente, uno podría responder "porque siempre fuimos así", lo cual, además de difícil de probar, tampoco implicaría que siempre seremos así. Y aquí es donde el arte logra lo que el juego de argumentos y contra-argumentos nunca logra del todo. En la construcción de la ficción bien elaborada, vemos posibilidades que no veíamos antes. A 80 años luz de la tierra (re lejos) dos planetas orbitan juntos una estrella. En uno existe hace más de 10.000 años una sociedad explotadora, en estado actual de ultra-capitalismo alienante, muy similar al que todos habitamos hoy. En el otro, una sociedad que marca 170 años de existencia anarco-comunista. Los desposeídos logra, con las armas de la belleza y la sensibilidad profunda, denunciar las formas de vida del capitalismo, pero también y especialmente, mostrarnos una forma de vida completamente diferente y, en el éxito de la ficción, manifestarnos su posibilidad. Que alguien me diga por qué la hermandad de Anarres no es posible.
2da recomendación: clásicos distópicos. La distopía suele jugar con la exageración de la metáfora, construir mundos en los cuales diferentes aspectos de nuestras vidas son marcadamente terribles. La distopía tiene, podríamos decir, una doble función. Primeramente parecería querer advertirnos de lugares a los que podríamos llegar, "si seguimos como venimos", normalmente. Pero principalmente, creo, la distopía apunta a despertar nuestra conciencia respecto de aspectos de nuestras vidas que ya son marcadamente terribles, aunque esto podrías escapársenos bajo la máscara de la normalidad. ¿Cuán lejos está, por ejemplo, 1984 de nuestras vidas? Algunos parecerían pensar que estamos lejos de ese mundo en el que somos constantemente observados, controlados, espiados. Porque no es un Estado opresor el que manifiestamente nos mira a través de cámaras y nos cita en oficinas cuando decimos cosas polémicas. Sin embargo, todos publicamos nuestra vida en las redes sociales, reservamos nuestros pensamientos libres para la privacidad, porque en el mundo las cosas se hacen como se hacen y, a lo sumo, algunos pueden ir a un programa de televisión a expresar sus diferencias de opiniones sin escucharse. Entonces, ¿sólo por el hecho de que la metáfora no es literal, la sociedad distópica de la CF nunca llega? ¿No vivimos ya, en algunos sentidos, en ese mundo que Orwell vio en el 48?
A veces me pregunto si A Brave New World es realmente una distopía. Podríamos decir que es el mundo en el cual la alienación se consuma, pero se elimina la pobreza. ¿Eso es mejor o peor que lo que hay ahora? El consumo de drogas está aceptado, como todos queremos, la gente cree ser feliz, hay una preocupación importante por el orden social, por el otro, por el bienestar general... Sí, y perdimos para siempre la libertad. Pero en algún sentido, me da la sensación de que ese mundo fordista es la eutopía capitalista. Lo que nos muestra Huxley es lo mejor que podría lograr una sociedad que quiere seguir siendo para siempre capitalista. Es eso. El consumo divinizado, el trabajo completamente mecanizado y la felicidad reducida a la comodidad material y el contento de un infante.
Muy distinto es el mundo retratado por Frederik Pohl en Space Merchants. Allí, el mundo está dominado por las agencias de publicidad, en las que trabaja la clase privilegiada de la sociedad, inventando las necesidades que el resto de la industria va a producir para mantener a una clase trabajadora en condición de esclavitud y a una clase dominante en un estado de alienación y desconexión del mundo totales. Eso huele a distopía por todos lados, mucho peor que la de Un mundo feliz, donde por lo menos hay soma como para olvidarse de todo...
En Red Mars Kim Stanley Robinson propone la colonización de marte llevada a cabo por 100 científicos, como proyecto de un mundo unido políticamente por las Naciones Unidas, pero controlado principalmente por las grandes corporaciones. En la novela (parte de una saga de 3), puede apreciarse la dificultad de cualquier proyecto social motivado por intereses privados y gananciales, a la vez que los distintos proyectos e intentos "revolucionarios" de algunos de los protagonistas.
Para mostrar que no toda CF son naves y lasers, dos del subgénero, cuyo nombre desconozco, pero llamaría "histórico-político". The Man in the High Castle del maestro Philip K. Dick responde a la pregunta de "¿cómo sería el mundo si los nazis hubieran ganado la II Guerra Mundial?" La respuesta: un mundo dividido entre Nazis y Japoneses, donde los norteamericanos son la minoría oprimida. La reflexión revolucionaria (completamente perdida en la serie homónima, que me pareció pésima): ¿Cuánto sentido tiene el discurso de vencedores que los yanquis nos bajan sobre nazis y comunistas? ¿Cuánto más libre, feliz, humano es el mundo capitalista, democrático, liberal, burgués, alienado? ¿Cuán diferentes son entre sí los mundos que construyen aquellos que buscan la explotación y la ganancia a costa del otro, por sobre todas las cosas?
En un escenario mucho más cercano y, por lo tanto, altamente polémico, la última entrega de Houellebecq, Sumisión, nos cuenta de una Francia cercana en la que los musulmanes llegan democráticamente al poder, para transformarla de a poco en un califato basado en el modo de vida del Islam. En el caos de las discusiones sobre "la situación con los musulmanes" están los idiotas ciegos que gritan "¡son todos terroristas!" y están, en el polo opuesto, los que queriendo combatir esa idea, ignoran que el Islam es una forma de vida, cuya peculiaridad (como ocurre con el cristianismo, también) es que busca imponer sus formas por sobre otras. Entendiendo que hay más de una alternativa al eurocentrismo, Houellebecq esquiva la tibieza del relativista cultural que sólo puede decir "tolerancia ante la diversidad", y expresa su miedo como ciudadano francés de ser sometido a formas de vida que no reconoce como propias. Houllebecq es islamófobo no porque le tenga miedo a lo desconocido y cometa la falacia de creer que todas las fuentes del mal son un grupo étnico-religioso, sino porque los musulmanes lo acechan. Lo acechan porque creen que el Estado y la Iglesia no deben estar separados, sino que son una misma institución. Porque creen que las mujeres son inferiores. Porque creen que la educación entera debe ser religiosa. Porque creen que la pobreza digna al lado del lujo exacerbado es una forma aceptable de equilibrio social. Cualquiera que no compartiera esas creencias sentiría miedo ante el avance de quien busca, en el fondo, imponerlas sobre el resto. Sumisión es sin duda la expresión de un miedo. Un miedo posible, coherente y sensible: el miedo a la sumisión.
La ciencia ficción es un género muy peculiar. En nuestra época, el concepto cristalizado de este género parece estar principalmente asociado con naves espaciales, alienígenas y mucha ciencia incomprensible para el lego. Si bien puede haber mucho de los dos primeros elementos, la realidad es que el último rara vez ocurre o se torna un problema para la lectura. Le Guin, en su introducción a A Fisherman of the Inland Sea, una antología de cuentos de ciencia ficción, explicita una de las apologías más bellas del género, cuya lectura recomiendo. Ella dice "A la gente que no la lee, e incluso a algunos de los que la escriben, les gusta asumir o hacer de cuenta que las ideas usadas en ciencia ficción todas emanan de una familiaridad íntima con con las mecánicas celestes y la teoría cuántica, y son sólo comprensibles a los lectos que trabajan para la NASA y saben programar su VCR. Esta fantasía, mientras que les da un sentido de superioridad a los escritores, les da una excusa a los no-lectores. Simplemente no lo entiendo, protestan, tomando refugio en las profundas, cómodas y anaeróbicas cuevas de la tecnofobia. No sirve de nada decirles que muy pocos autores de ciencia ficción tampoco 'la' entienden".
Si la "fantasía" en torno a la CF es que es un género para eruditos o "nerds" o "geeks" (todos conceptos norteamericanos, no siempre aplicables en todos lados), la "realidad" respecto del género es que toma como punto de partida lo que no es, en cualquier sentido. Un pasado que no fue, un futuro que puede o no ser, un presente que no es este, otro universo, "un mundo en el que...". En las palabras de Ursula: "Toda ficción nos ofrece un mundo que al que no podemos acceder de otra manera, sea porque es en el pasado, o en lugares imaginarios lejanos, o describe experiencias que no hemos tenido, o nos lleva a mentes que son diferentes de las nuestras. para algunas personas, este cambio de mundos, esta infamiliaridad, es una barrera insalvable; para otras, una aventura y un placer". Y ¿por qué adentrarse en lo distinto y lo desconocido podría resultar un impedimento tan grande para algunos? Para algunos, que eligen el "realismo" como forma de ficción. Esas historias en las que todo es familiar, conocido, de este mundo. Donde se denuncia una y otra vez, la vida tal y como es. Como todos la conocemos. Y es que en la aparición de lo diferente, del mundo que no es, se juega algo. Se juega lo que podría ser, la posibilidad misma de lo distinto. Y lo distinto siempre estará en referencia a eso conocido, porque de ahí parte, inevitablemente. Entonces, sea lo distinto muy feo y malo, o muy lindo y bueno, asusta, deprime, preocupa. La última cita del mismo lugar: "Limitar la humanidad a los productores-consumidores de una compleja tecnología industrial creciente es una idea realmente extraña, a la par con definir la humanidad como griega, china o clase-media-alta británica. Deja afuera un poquito demasiado".
Pensar lo que no es, implica pensar, por ejemplo, cuánto mejor o peor podría ser el mundo en el que vivimos. Esta idea está expresada en el concepto de "utopía". La palabra griega significa literalmente no-lugar. Una utopía es un mundo que no es este, pero podría serlo tal vez. Normalmente este subgénero de la CF hace especial énfasis en elementos sociales, culturales, políticos, ideológicos. Es la consigna del tipo "Es una sociedad en la que..." "es un mundo en el cual el Estado y las corporaciones..." etc. Técnicamente, las utopías se dividen en dos clases: distopías son las que describen mundos "malos" y eutopías las que describen mundos "buenos". Una cuestión muy interesante que suscitan estas lecturas, es que no siempre es del todo claro, o no todo el mundo es de la misma opinión, respecto de si una novela en particular es dis o eutópica.
Creo que la consigna de pensar la revolución contiene en sí la idea de pensar en lo que no es. Tenemos que pensar cómo podría ser una sociedad post-revolucionaria. Tenemos que pensar cómo queremos que sea. Tenemos que pensar cómo no queremos que sea. También tenemos que pensar en cómo el mundo podría llegar a ser, si no hay revolución. Si pasa otra cosa. Pero el desafío que toda CF enfrenta es el de construir mundos posibles en serio, mundos coherentes, articulados, que incluyen la mayor cantidad de variables y elementos importantes.
Vamos con la primera recomendación, de la citada autora Ursula K. Le Guin, The Dispossessed y verdadera lectura obligatoria para todo espíritu revolucionario. Una de las primeras preguntas respecto de la revolución es sobre la posibilidad misma de realizarla y especialmente, de realizar la sociedad que vendría después: el anarco-comunismo, comunidad del amor. Una de las creencias que el capitalismo más fuerte inscribe en nosotros, uno de los elementos nucleares de la educación ideológica, es la idea de que el capitalismo es necesario. Sólo hay una forma de vivir y es la que tenemos acá. Por eso, cuando uno pregunta "¿por qué no sería posible vivir en una sociedad fundada en la idea de cooperación y amor, en vez de competencia y explotación?" la respuesta suele ser "porque eso no es el caso, el mundo es así". Y el problema de fondo es que en realidad, lo que habría que probar es que es imposible vivir en un mundo así, en vez de exigir que se pruebe que es posible. Preguntar por la posibilidad, supone de partida que eso de lo que estamos hablando aún no existe. Pero, ¿podría? "No", dice una respuesta un poco más elaborada, "porque el ser humano es malo, corrupto y violento por naturaleza, entonces esa sociedad es imposible". Este argumento es correcto, si fuéramos así por naturaleza, nuestras sociedades serían siempre necesariamente explotadoras. Pero, ¿por qué aceptar que somos así, por naturaleza? Nuevamente, uno podría responder "porque siempre fuimos así", lo cual, además de difícil de probar, tampoco implicaría que siempre seremos así. Y aquí es donde el arte logra lo que el juego de argumentos y contra-argumentos nunca logra del todo. En la construcción de la ficción bien elaborada, vemos posibilidades que no veíamos antes. A 80 años luz de la tierra (re lejos) dos planetas orbitan juntos una estrella. En uno existe hace más de 10.000 años una sociedad explotadora, en estado actual de ultra-capitalismo alienante, muy similar al que todos habitamos hoy. En el otro, una sociedad que marca 170 años de existencia anarco-comunista. Los desposeídos logra, con las armas de la belleza y la sensibilidad profunda, denunciar las formas de vida del capitalismo, pero también y especialmente, mostrarnos una forma de vida completamente diferente y, en el éxito de la ficción, manifestarnos su posibilidad. Que alguien me diga por qué la hermandad de Anarres no es posible.
2da recomendación: clásicos distópicos. La distopía suele jugar con la exageración de la metáfora, construir mundos en los cuales diferentes aspectos de nuestras vidas son marcadamente terribles. La distopía tiene, podríamos decir, una doble función. Primeramente parecería querer advertirnos de lugares a los que podríamos llegar, "si seguimos como venimos", normalmente. Pero principalmente, creo, la distopía apunta a despertar nuestra conciencia respecto de aspectos de nuestras vidas que ya son marcadamente terribles, aunque esto podrías escapársenos bajo la máscara de la normalidad. ¿Cuán lejos está, por ejemplo, 1984 de nuestras vidas? Algunos parecerían pensar que estamos lejos de ese mundo en el que somos constantemente observados, controlados, espiados. Porque no es un Estado opresor el que manifiestamente nos mira a través de cámaras y nos cita en oficinas cuando decimos cosas polémicas. Sin embargo, todos publicamos nuestra vida en las redes sociales, reservamos nuestros pensamientos libres para la privacidad, porque en el mundo las cosas se hacen como se hacen y, a lo sumo, algunos pueden ir a un programa de televisión a expresar sus diferencias de opiniones sin escucharse. Entonces, ¿sólo por el hecho de que la metáfora no es literal, la sociedad distópica de la CF nunca llega? ¿No vivimos ya, en algunos sentidos, en ese mundo que Orwell vio en el 48?
A veces me pregunto si A Brave New World es realmente una distopía. Podríamos decir que es el mundo en el cual la alienación se consuma, pero se elimina la pobreza. ¿Eso es mejor o peor que lo que hay ahora? El consumo de drogas está aceptado, como todos queremos, la gente cree ser feliz, hay una preocupación importante por el orden social, por el otro, por el bienestar general... Sí, y perdimos para siempre la libertad. Pero en algún sentido, me da la sensación de que ese mundo fordista es la eutopía capitalista. Lo que nos muestra Huxley es lo mejor que podría lograr una sociedad que quiere seguir siendo para siempre capitalista. Es eso. El consumo divinizado, el trabajo completamente mecanizado y la felicidad reducida a la comodidad material y el contento de un infante.
Muy distinto es el mundo retratado por Frederik Pohl en Space Merchants. Allí, el mundo está dominado por las agencias de publicidad, en las que trabaja la clase privilegiada de la sociedad, inventando las necesidades que el resto de la industria va a producir para mantener a una clase trabajadora en condición de esclavitud y a una clase dominante en un estado de alienación y desconexión del mundo totales. Eso huele a distopía por todos lados, mucho peor que la de Un mundo feliz, donde por lo menos hay soma como para olvidarse de todo...
En Red Mars Kim Stanley Robinson propone la colonización de marte llevada a cabo por 100 científicos, como proyecto de un mundo unido políticamente por las Naciones Unidas, pero controlado principalmente por las grandes corporaciones. En la novela (parte de una saga de 3), puede apreciarse la dificultad de cualquier proyecto social motivado por intereses privados y gananciales, a la vez que los distintos proyectos e intentos "revolucionarios" de algunos de los protagonistas.
Para mostrar que no toda CF son naves y lasers, dos del subgénero, cuyo nombre desconozco, pero llamaría "histórico-político". The Man in the High Castle del maestro Philip K. Dick responde a la pregunta de "¿cómo sería el mundo si los nazis hubieran ganado la II Guerra Mundial?" La respuesta: un mundo dividido entre Nazis y Japoneses, donde los norteamericanos son la minoría oprimida. La reflexión revolucionaria (completamente perdida en la serie homónima, que me pareció pésima): ¿Cuánto sentido tiene el discurso de vencedores que los yanquis nos bajan sobre nazis y comunistas? ¿Cuánto más libre, feliz, humano es el mundo capitalista, democrático, liberal, burgués, alienado? ¿Cuán diferentes son entre sí los mundos que construyen aquellos que buscan la explotación y la ganancia a costa del otro, por sobre todas las cosas?
En un escenario mucho más cercano y, por lo tanto, altamente polémico, la última entrega de Houellebecq, Sumisión, nos cuenta de una Francia cercana en la que los musulmanes llegan democráticamente al poder, para transformarla de a poco en un califato basado en el modo de vida del Islam. En el caos de las discusiones sobre "la situación con los musulmanes" están los idiotas ciegos que gritan "¡son todos terroristas!" y están, en el polo opuesto, los que queriendo combatir esa idea, ignoran que el Islam es una forma de vida, cuya peculiaridad (como ocurre con el cristianismo, también) es que busca imponer sus formas por sobre otras. Entendiendo que hay más de una alternativa al eurocentrismo, Houellebecq esquiva la tibieza del relativista cultural que sólo puede decir "tolerancia ante la diversidad", y expresa su miedo como ciudadano francés de ser sometido a formas de vida que no reconoce como propias. Houllebecq es islamófobo no porque le tenga miedo a lo desconocido y cometa la falacia de creer que todas las fuentes del mal son un grupo étnico-religioso, sino porque los musulmanes lo acechan. Lo acechan porque creen que el Estado y la Iglesia no deben estar separados, sino que son una misma institución. Porque creen que las mujeres son inferiores. Porque creen que la educación entera debe ser religiosa. Porque creen que la pobreza digna al lado del lujo exacerbado es una forma aceptable de equilibrio social. Cualquiera que no compartiera esas creencias sentiría miedo ante el avance de quien busca, en el fondo, imponerlas sobre el resto. Sumisión es sin duda la expresión de un miedo. Un miedo posible, coherente y sensible: el miedo a la sumisión.