Post by mati on Jul 13, 2016 1:04:33 GMT -2
Comparto lo que considero el resultado de la lectura en grupo del primer capítulo de El capital, con el grupo de lectura de los lunes
Reflexiones sobre el capítulo I de El capital
Marx comienza El capital introduciendo el concepto de mercancía. Una mercancía es un objeto que presenta un valor de uso y un valor de cambio.
Valor de uso
El valor de uso es el aspecto cualitativo de un objeto material. La materialidad del objeto es lo que determina la utilidad de un objeto (para el ser humano). El valor de uso constituye "el contenido material de la riqueza" (stoffenlicher Inhalt des Reichtums). El valor de uso es, en definitiva, lo que los objetos son para los hombres, en tanto son objetos "utilizables", necesarios, deseables, transformables-para (Cf. §1). En este sentido, el valor de uso es una propiedad intrínseca, inmanente, de los objetos.
Más adelante (Cf. §3) Marx retoma la distinción en estos términos "Las mercancías vienen al mundo bajo la forma de valores de uso u objetos materiales: hierro, tela, trigo, etc. Esta es su forma natural ordinaria [Es ist dies ihre hausbackene Naturalform]. Sin embargo, si son mercancías es por encerrar una doble significación: la de objetos útiles y, a la par, la de materializaciones de valor. Por tanto, sólo se presentan como mercancías, sólo revisten el carácter de mercancías, cuando poseen esta doble forma: su forma natural y la forma del valor." (énfasis mío). Es decir, que ahora el valor de uso se opone al de cambio, como un valor natural, frente a un valor social.
Problemas
1. El valor de uso es intrínseco a una cosa física. Parecería que el valor de uso no puede ser, en términos ontológicos, una propiedad intrínseca/inherente del objeto. Deberíamos decir que es una propiedad relacional entre, por un lado, los objetos "materiales" en general y los artefactos creados por el hombre y, por el otro, el hombre mismo. En fenomenológico, diríamos que el valor de uso de un objeto es una institución de sentido a una cosa física o a un artefacto, realizada en determinados horizontes. Sin duda la constitución de un objeto como teniendo-determinada-utilidad-para o algo así, se fundamenta en cierta medida en la materialidad de la cosa, en tanto que realmente no todo sirve para cualquier cosa, pero a la vez, sería extraño decir que a la lapicera le es inherente el ser para-escribir, el ser para limpiarse las orejas, el ser para tocar la batería imaginaria, el ser para usar de arma en una prisión (ejemplo del señor E.), el ser para esconder porro, etc., etc. Sin duda, bajo ningún horizonte será la lapicera para comer ni para beber, ni para aspirar, ni para levantar un auto, etc., por su materialidad misma. Ejemplos así, hay infinitos.
2. El valor de uso es natural. Esta afirmación parecería en términos generales o a primera vista, falsa. Principalmente, se desprende la falsedad desde 1. Si el valor de uso es una institución de sentido humana, claramente no es "natural". Justamente, al no ser intrínseco, no parece natural en ningún sentido relevante. Sería natural la materialidad misma del objeto, en la que se fundamente la constitución de éste como objeto útil, la institución del valor de uso. Pero no el valor de uso mismo. Marx parecería aquí estar usando la palabra en términos intuitivos. De hecho, dice "hausbackene Naturalform", literalmente "forma natural casera", este "hausbacken" puede significar también "simple, ordinario/cotidiano y sin ninguna nota especial [allzu einfach, alltäglich und ohne eine besondere Note]" (DWDS-Wörterbuch ). Por tanto, habrá que entender que esta forma natural que es el valor de uso, es natural simplemente en el sentido de ser una suerte de "necesidad constitutiva" del ser humano. No importa en qué sociedad nos encontremos, incluso no importa si nos encontramos en sociedad o estamos cual Robinson o en pequeña comuna o lo que fuere, siempre, constituiremos objetos como valores de uso, al menos para la satisfacción de necesidades, ya que si no lo hiciéramos, pereceríamos. Así, es natural al hombre, diríamos, necesario, instituir a las cosas físicas de un valor de uso. No es así, entonces, con el valor de cambio, el segundo aspecto de la mercancía.
Valor de cambio
El valor de cambio es el aspecto cuantitativo de la mercancía. Para determinar un valor de cambio, debemos hacer abstracción de su valor de uso y por lo tanto, también de la materialidad misma del objeto. En el §5 Marx sostiene que una mercancía "considerada como valor de uso", es decir, sólo en tanto valor de uso, es decir, en tanto objeto útil, tiene un doble aspecto. Por un lado es útil para satisfacer necesidades (o deseos, agregaríamos) y por otro lado es producto del trabajo humano. Entonces, si hacemos abstracción de la mercancía en tanto útil, pero no en tanto producto del trabajo humano, encontramos que esta es la medida para determinar el valor de cambio de una mercancía. "Pero no productos de un trabajo real y concreto. Al prescindir de su valor de uso, prescindimos también de los elementos materiales y de las formas que los convierten en tal valor de uso" (§1), lo que determina el valor de cambio, entonces, es el trabajo humano abstracto. "¿Cómo se mide la magnitud de este valor? Por la cantidad de 'sustancia creadora de valor', es decir, de trabajo, que encierra. Y, a su vez, la cantidad de trabajo que encierra se mide por el tiempo de su duración y el tiempo de trabajo, tiene, finalmente, su unidad de medida en las distintas fracciones de tiempo: horas, días, etc.". Pero el tiempo que importa es el tiempo de trabajo socialmente necesario, es decir, el promedio dado en el contexto relevante en el que la mercancía se intercambia. El promedio delos holgazanes y los súper eficientes, el promedio del trabajo manual y mecanizado.
"Un objeto puede ser valor de uso sin ser valor [de cambio]. Así acontece cuando la utilidad que ese objeto encierra para el hombre, no se debe al trabajo. Es el caso del aire, de la tierra virgen, de las praderas naturales, de los bosques silvestres, etc. Y puede, asimismo, un objeto ser útil y producto del trabajo humano sin ser mercancía. Los productos del trabajo destinados a satisfacer las necesidades personales de quien los crea son, indudablemente, valores de uso, pero no mercancías. Para producir mercancías, no basta producir valores de uso, sino que es menester producir valores de uso para otros, valores de uso sociales" ¿Pueden producirse valores de uso sociales, que no impliquen un valor de cambio, es decir, sin constituir una mercancía? Ver más abajo.
El valor de cambio se expresa (o se realiza) en IV formas:
I. Forma simple o relacional. Esta forma equipara el valor de una mercancía con el de alguna otra: n de A = m de B. Por ej., dos esclavos del congo = un iphone.
II. Forma equivalencial. Consiste en tomar una mercancía como equivalente a una multiplicidad de mercancías que "equivalen a ella": n de A, m de B... i de X = y de E. Por ej., dos esclavos, 63gr de marihuana, 252 paquetes de cigarrillos... = un iphone. El iphone ahora, además de servir para todo todo todo lo que necesitabas para ser feliz, sirve también como medida del valor de las cosas.
III. Forma de equivalente general. Consiste en tomar la mercancía equivalencial como patrón general del valor de cambio. En este caso, la mercancía adquiere como valor de uso principal, el de ser el patrón general del valor de cambio. En nuestro ejemplo, el iphone claramente fracasaría, ya que sólo permitiría intercambios muy caros y no es fraccionable. El oro es el ejemplo histórico. Si bien conservaba ciertos valores de uso difererentes, como el de ser adorno o material para joyas, etc., en cuanto se vuelve forma III, su principal valor de uso es el de ser el representante del valor de cambio.
IV. Forma del dinero. Es exactamente la misma que III, sólo que ese patrón pasa a ser el dinero, cuyo único valor de uso social es el de ser el patrón del valor de cambio, el medio a través del cual se intercambian las mercancías.
"La dificultad que encierra el concepto de la forma dinero se limita a comprender lo que es la forma de equivalente general, o sea la forma general de valor pura y simple, la forma III. Esta, a su vez, se reduce por reversión a la forma II, a la forma desarrollada de valor, cuyo elemento constitutivo es la forma I, o sea, 20 varas lienzo = 1 levita o x mercancía A = z mercancía B. El germen de la forma dinero se encierra ya, por tanto, en la forma simple de la mercancía." (final §4)
Por tanto, el dinero surge como expresión necesaria de la existencia de la mercancía. Diríamos, en tanto es la mejor forma de expresar el valor de cambio y éste, a su vez, es condición necesaria de un objeto para ser mercancía. El dinero es la abstracción que posibilita la medición más precisa del valor de cambio de las mercancías, pero en su esencia no hace nada demasiado diferente de lo que está expresado en la basica relación I. Estas formas del valor de cambio son "necesarias", en el sentido de que el valor de cambio debe caer bajo alguna de ellas y, por lo tanto, no es distinto de ellas en su totalidad. Si algo tiene valor de cambio, debe poder ser expresado en la relación entre dos mercancías, bajo alguna de las 4 formas. Podríamos así formular la máxima: "siempre que haya mercancías, habrá alguna forma de dinero (o un modo de intercambio más ineficiente, que se rehúsa a terminar de desplegarse)"
El fetichismo de la mercancía
"La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un 'inmenso arsenal de mercancías' y la mercancía como su forma elemental. Por eso, nuestra investigación arranca del análisis de la mercancía." El concepto de mercancía es fundamental para comprender el capitalismo, tanto en su motor económico como en sus formas ideológicas.
A partir de este concepto comprendemos que, si bien toda mercancía tiene un valor de uso, no es este el que determina el valor de cambio. El valor de cambio está determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario, necesaria para producir la mercancía. A partir de esto, comprendemos también en qué consiste la explotación: cuando el proletario vende su fuerza de trabajo, lo que vende es su tiempo. En tanto el tiempo del proletario (y también, agregaríamos, sus habilidades) se vende, el proletario como tal es, justamente, una mercancía. Su valor de uso es el de realizar una determinada tarea y su valor de cambio es el valor de su hora, expresado hoy día en dinero. El dinero, a su vez, también es mercancía. Su valor de uso es el de ser medio de intercambio (de ahorro, podríamos agregar y quizás algún otro uso); su valor de cambio está determinado, teóricamente, por la totalidad de las mercancías que el valor representa. Sabemos que hoy esto es falso, o al menos el "precio" del dinero parece estar librado a una infinidad de contingencias que la economía burguesa pretender describir, explicar y predecir.
El fetichismo de la mercancía es, entonces, en su expresión más simple, la creencia de que el valor de cambio, en tanto resultado del trabajo humano, es una propiedad natural o inherente a los objetos mercancía y que, por lo tanto, las mercancías se encuentran entre sí en relaciones autónomas e independientes de sus productores. En palabras de Marx: "El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un carácter material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como si, por tanto, la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores. Este quid pro quo es lo que convierte a los productos de trabajo en mercancía, en objetos físicamente metafísicos o en objetos sociales" (§5).
Los productos del trabajo humano, abstraídos de su realidad concreta y reducidos a su magnitud cuantitativa en tanto gasto de energía humana en un tiempo dado, "cobran la forma de una relación social entre los propios productos de su trabajo." Creemos que existen relaciones sociales entre las mercancías, relaciones que en última instancia se nos aparecen como independientes de nuestro propio trabajo y de nuestras propias relaciones sociales como humanos.
¿Cuál es la génesis del fetichismo? Una vez más, parece ser un despliegue necesario del concepto mismo de mercancía. Comprendo el argumento de Marx de la siguiente forma:
i. Para que un objeto sea mercancía, debe tener un valor de cambio que se exprese en su relación con otra mercancía.
ii. Para que dos mercancías sean intercambiables, deben ser propiedad privada de aquellos que las intercambian.
iii. Para que las mercancías sean propiedad privada, deben ser producto (o adquisición derivada) de un trabajo privado (casi siguiendo el argumento lockeano de creador-propietario)
iv. La necesidad del intercambio se sigue de la producción privada de objetos.
"Si los objetos útiles adoptan la forma de mercancías es, pura y simplemente, porque son productos de trabajos privados independientes los unos de los otros. El conjunto de estos trabajos privados forma el trabajo colectivo de la sociedad. Como los productores entran en contacto social al cambiar entre sí los productos de su trabajo, es natural que el carácter específicamente social de sus trabajos privados sólo resalte dentro de este intercambio. También podríamos decir que los trabajos privados sólo funcionan como eslabones del trabajo colectivo de la sociedad por medio de las relaciones que el cambio establece entre los productos del trabajo y, a través de ellos, entre los productores. Por eso, ante éstos, las relaciones sociales que se establecen entre sus trabajos privados aparecen como lo que son; es decir, no como relaciones directamente sociales de las personas en sus trabajos, sino como relaciones materiales entre personas y relaciones sociales entre cosas." (énfasis mío).
El fetichismo consiste, entonces, en invertir los términos de las relaciones entre personas y cosas. En vez de tener, "como deberíamos" por así decir, relaciones sociales entre personas y relaciones materiales entre cosas, tenemos lo términos cruzados.
De la mercancía misma parece seguirse, si no con necesidad conceptual sí históricamente, la posiblidad de la explotación capitalista y, también, el fetichismo mismo que se vincula tan estrechamente con la alienación. Porque, recordemos, también hacemos fetiche de la mercancía proletario, como se ve claramente en la idea de tomarlo como mero medio para el fin del enriquecimiento personal (alienación) y el poder reducirlo a su mera magnitud cuantitativa de tiempo de trabajo para ofrecer, que puedo comparar con otras mercancías del mismo tipo (fetichismo).
"Es en el acto de cambio donde los productos del trabajo cobran una materialidad de valor socialmente igual e independiente de su múltiple y diversa materialidad física de objetos útiles. Este desdoblamiento del producto del trabajo en objeto útil y materialización de valor sólo se presenta prácticamente allí donde el cambio adquiere la extensión e importancia suficientes para que se produzcan objetos útiles con vistas al cambio, donde, por tanto, el carácter de valor de los objetos se acusa ya en el momento de ser producidos. A partir de este instante, los trabajos privados de los productores asumen, de hecho, un doble carácter social. De una parte, considerados como trabajos útiles concretos, tienen necesariamente que satisfacer una determinada necesidad social y encajar, por tanto, dentro del trabajo colectivo de la sociedad, dentro del sistema elemental de la división social del trabajo. Mas, por otra parte, sólo serán aptos para satisfacer las múltiples necesidades de sus propios productores en la medida en que cada uno de esos trabajos privados y útiles concretos sea susceptible de ser cambiado por cualquier otro trabajo privado útil, o lo que es lo mismo, en la medida en que represente un equivalente suyo. Para encontrar la igualdad toto coelo(13) de diversos trabajos, hay que hacer forzosamente abstracción de su desigualdad real, reducirlos al carácter común a todos ellos como desgaste de fuerza humana de trabajo, como trabajo humano abstracto. El cerebro de los productores".
El hecho de que el trabajo humano se realice de manera privada y el hecho de que el producto sea una mercancía tienen como consecuencia que el sentido mismo de la producción humana esté orientado a generar valores de cambio y no de uso. Lo que se produce es lo que se puede vender, no lo necesario. Las cosas se producen porque tienen/tendrán un valor de cambio y para ser intercambiadas, incluso más que para ser consumidas/utilizadas. En este esquema, todo se nos aparece como medio para el único fin del enriquecimiento. En un primer sentido enriquecimiento en el sentido de acumular riqueza material, tener muchas cosas, pero cada vez de manera más y más alienada, en el sentido de 'tener mayor valor de cambio en el haber de uno'. Lo que se ve reflejado, por ejemplo, en la decisión de comprar mercancías más caras sólo porque son más caras, aunque no tengan mayor valor de uso y en su nivel más extremo en tener dinero acumulado por sí mismo, que nunca se intercambia por riqueza real y que en los casos más extremos no sería posible hacerlo.
Hacia una sociedad post-revolucionaria
"Finalmente, imaginémonos, para variar, una asociación de hombres libres que trabajen con medios colectivos de producción y que desplieguen sus numerosas fuerzas individuales de trabajo, con plena conciencia de lo que hacen, como una gran fuerza de trabajo social. En esta sociedad se repetirán todas las normas que presiden el trabajo de un Robinson, pero con carácter social y no individual. Los productos de Robinson eran todos producto personal y exclusivo suyo, y por tanto objetos directamente destinados a su uso. El producto colectivo de la asociación a que nos referimos es un producto social. Una parte de este producto vuelve a prestar servicio bajo la forma de medios de producción. Sigue siendo social. Otra parte es consumida por los individuos asociados, bajo forma de medios de vida. Debe, por tanto, ser distribuida. El carácter de esta distribución variará según el carácter especial del propio organismo social de producción y con arreglo al nivel histórico de los productores. Partiremos, sin embargo, aunque sólo sea a título de paralelo con el régimen de producción de mercancías, del supuesto de que la participación asignada a cada productor en los medios de vida depende de su tiempo de trabajo. En estas condiciones, el tiempo de trabajo representaría, como se ve, una doble función. Su distribución con arreglo a un plan social servirá para regular la proporción adecuada entre las diversas funciones del trabajo y las distintas necesidades. De otra parte y simultáneamente, el tiempo de trabajo serviría para graduar la parte individual del productor en el trabajo colectivo y, por tanto, en la parte del producto también colectivo destinada al consumo. Como se ve, aquí las relaciones sociales de los hombres con su trabajo y los productos de su trabajo son perfectamente claras y sencillas, tanto en lo tocante a la producción como en lo que se refiere a la distribución."
Queremos una sociedad sin explotación y sin alienación. Entendemos, quizás aunque no fuera más que como vagos ideales regulativos, que para que eso sea posible, esa sociedad debe ser comunista (sin clase) y anarquista (sin formas de gobierno/opresión), organizada y fundamentada en el amor. Creo que podemos darle más contenido al proyecto, a partir de los conceptos de mercancía y fetichismo.
Queremos una economía sin fetichismo. Permítaseme como supuesto evidente, aunque fuera no más por ser una forma de alienación.
Necesitamos una econonomía sin mercancías. Es decir, una economía sin valores de cambio, sólo con (objetos investidos de) valores de uso. Para eso necesitamos, básicamente, no intercambiar. Para eso lo que necesitamos es romper con el esquema de la producción privada y reemplazarlo por el de la producción social/comunitaria. En otras palabras, debemos comenzar por otro lado. La producción de los bienes necesarios/útiles/deseables no debe estar librada a la voluntad y arbitraria posiblidad de particulares aislados, sino decidida y organizada por un "nosotros" que pasa a ser el total de la sociedad, en la fantasía revolucionaria, el mundo entero. Todos producen para todos, de la manera que resulte mejor según las posiblidades dadas y los bienes circulan como se decida, según necesidad, posiblidad y deseo.
Como Marx mismo sugiere, lo que uno le da a la sociedad es tiempo de trabajo y la sociedad distribuye los bienes producidos por todos y para todos. En la fantasía última, todo trabajo "duro", "dirty", "alienante" está mecanizado. Si es que existe realmente tal cosa y no es que, incluso si todo fuera mecanizable, no "deberíamos", como humanos, siempre seguir arando la tierra, construyendo algo con las manos, etc., aunque fuera un rato. Una vez eliminada la no-necesidad de producir ilimitadamente, el tiempo de trabajo socialmente necesario para cubrir las necesidades de la humanidad entera, incluso en su estadio actual de sobre-población, no debería ser excesivamente alto (a study shows, ponele, me pinta a mí).
El trabajo deja de ser un medio para obtener los medios de la subsistencia (la remuneración) y pasa a ser, principalmente, un fin en sí mismo. La gratificación misma de trabajar, porque es lo que los humanos venimos a hacer al mundo, trabajar y realizarnos como humanos. En esa actividad, cubrimos nuestras necesidades. "Esto implica ante todo una decisión vital a favor de una profesión o vocación (Beruf). En la profesión se vive en la unidad de una vida.", dice Husserl. Claro, cuando las necesidades apremian y la demanda del trabajo "necesario" y no necesariamente gratificante no deja tiempo para la profesión vital, la cosa se complica. Pero, ¿qué más vamos a hacer, sino aguantarla todos juntos? Cada uno contribuyendo lo que más pueda, lo mejor que tenga para dar, lo que sea fácticamente necesario y humanamente posible. "Solo puedo ser completamente dichoso (glücklich) si la humanidad como un todo puede serlo. Digna de vivirse es la vida en todas las circunstancias, ya como ética; [...]. Digna de vivirse con mayor derecho, cuando yo, el que obra, veo un horizonte abierto de vínculo social de amor y comunidad de trabajo (einen offenen Horizont sozialer Liebesverbundenheit und Arbeitsgemeinschaft), en el que todos nosotros en término medio avanzamos y podemos ayudarnos en la elevación de la existencia (Hua XLII, 332)."
Para eso, creo entonces, debemos dejar de intercambiar y debemos dejar de considerar que existe la propiedad, incluso de aquello que es producto de mi trabajo humano. Produzco para mí y para todos y lo para encontrar en ello la gratificación de hacerlo, que veo consumada en el trabajo, aunque nunca sea "mío" ni yo como privado vaya a disponer de él. El mundo es uno, la sociedad es una y las necesidades son las de todos. Para todos producimos, obrando con el fin de hacerlo de la mejor manera posible y confiando en que esa es la motivación. La falibilidad tanto racional como afectiva acechan por todos lados, sin duda. Pero, ¿qué más queda, sino la forma de lograr eso? Sabemos que cualquier forma de economía mercantil, en sentido de mercancías, mercado e intercambio, está destianada a alguna forma de explotación, alienación, fetichismo. Están dadas las condiciones materiales, creo, para que esto sea posible, una administración social-mundial de la producción, motivada por el amor y dirigida hacia el bien. Sólo queda la revolución para llegar hasta ahí y empezar a probar. Quizás, si realmente están dadas las condiciones materiales para lo uno, también lo están para lo otro.
Algunos comentarios más
"El carácter de esta distribución variará según el carácter especial del propio organismo social de producción y con arreglo al nivel histórico de los productores. Partiremos, sin embargo, aunque sólo sea a título de paralelo con el régimen de producción de mercancías, del supuesto de que la participación asignada a cada productor en los medios de vida depende de su tiempo de trabajo." Ya estaba más arriba, pero me interesa analizarlo por separado. Creo que esto puede ser una pauta metodológica más concreta sobre cómo empezar un camino de transición. Quizás sea ambicioso de mi parte, pero lo vería como un primer paso. Para todos nosotros y tantos más, hijos del capitalismo, la transición será mucho más difícil de lo que será aprender los nuevos valores para los hijos de la revolución. En este sentido, "partiremos" de algo mínimamente conocido, de un resabio de la lógica del intercambio justo, hasta que simplemente ya no sea necesario.
Como propone Marx, esto puede darse en términos de la ecuación horas de trabajo ofrecidas a la comunidad - bienes de consumo asignados. Creo, sin embargo, que es fundamental pensar esta relación lo más alejado posible de la lógica del intercambio, es decir, no como una equivalencia de ningún tipo entre cantidad de horas y bienes (con valores de cambio en relación a las horas), sino: 'simplemente' la exigencia explícita de que para recibir, hay que contribuir. ¿Cuántas horas debe trabajar cada individuo para que todos tengamos lo que necesitamos? 4 por día. Bien, contabilizamos las horas trabajadas y quien no cumpla, "no come", recibe una advertencia, whatever, en definitiva se quedaría sin comer. Les construimos este discurso a todos los pobres humanos alienados que no entienden que no trabajamos para que nos den algo a cambio, sin porque queremos y es lo que somos. Y que si hacemos más o menos lo que hay que hacer, a nadie le va a faltar ni sobrar nada. Les exigimos esto para que entiendan que lo bueno de la vida no era jubilarse y vivir de rentas haciéndose la paja y mirando tineli, sino vivir una vida plena trabajando en, con, para y por la comunidad intersubjetiva del amor. Lo exigimos, de manera infantil, pero no por eso caemos en la lógica del intercambio y nos engañamos creyendo que estamos haciendo algo diferente, mientras esperamos que las mercancías se desarrollen y nos hagan explotarnos, alienarnos y fetichizarnos una vez más. Si trabajo más no me dan más ni mejor. No más ni mejor y no hay trabajar ni más ni menos. Trabajas y tenés lo que necesitás, esa es la vida. ¿Te cuesta entenderlo? Bueno, "si no trabajás, no comés y lo anotamos en un registro así todos saben quién no trabajó y es un ñoqui o algo así." Hasta que aprendamos. Hasta que no haya nadie que no trabaje o a nadie le importe que haya un par que, vaya uno a saber dios por qué, no quieren trabajar y quieren vivir del producto del trabajo del resto de la sociedad, de la que rehúsan formar parte.
Reflexiones sobre el capítulo I de El capital
Marx comienza El capital introduciendo el concepto de mercancía. Una mercancía es un objeto que presenta un valor de uso y un valor de cambio.
Valor de uso
El valor de uso es el aspecto cualitativo de un objeto material. La materialidad del objeto es lo que determina la utilidad de un objeto (para el ser humano). El valor de uso constituye "el contenido material de la riqueza" (stoffenlicher Inhalt des Reichtums). El valor de uso es, en definitiva, lo que los objetos son para los hombres, en tanto son objetos "utilizables", necesarios, deseables, transformables-para (Cf. §1). En este sentido, el valor de uso es una propiedad intrínseca, inmanente, de los objetos.
Más adelante (Cf. §3) Marx retoma la distinción en estos términos "Las mercancías vienen al mundo bajo la forma de valores de uso u objetos materiales: hierro, tela, trigo, etc. Esta es su forma natural ordinaria [Es ist dies ihre hausbackene Naturalform]. Sin embargo, si son mercancías es por encerrar una doble significación: la de objetos útiles y, a la par, la de materializaciones de valor. Por tanto, sólo se presentan como mercancías, sólo revisten el carácter de mercancías, cuando poseen esta doble forma: su forma natural y la forma del valor." (énfasis mío). Es decir, que ahora el valor de uso se opone al de cambio, como un valor natural, frente a un valor social.
Problemas
1. El valor de uso es intrínseco a una cosa física. Parecería que el valor de uso no puede ser, en términos ontológicos, una propiedad intrínseca/inherente del objeto. Deberíamos decir que es una propiedad relacional entre, por un lado, los objetos "materiales" en general y los artefactos creados por el hombre y, por el otro, el hombre mismo. En fenomenológico, diríamos que el valor de uso de un objeto es una institución de sentido a una cosa física o a un artefacto, realizada en determinados horizontes. Sin duda la constitución de un objeto como teniendo-determinada-utilidad-para o algo así, se fundamenta en cierta medida en la materialidad de la cosa, en tanto que realmente no todo sirve para cualquier cosa, pero a la vez, sería extraño decir que a la lapicera le es inherente el ser para-escribir, el ser para limpiarse las orejas, el ser para tocar la batería imaginaria, el ser para usar de arma en una prisión (ejemplo del señor E.), el ser para esconder porro, etc., etc. Sin duda, bajo ningún horizonte será la lapicera para comer ni para beber, ni para aspirar, ni para levantar un auto, etc., por su materialidad misma. Ejemplos así, hay infinitos.
2. El valor de uso es natural. Esta afirmación parecería en términos generales o a primera vista, falsa. Principalmente, se desprende la falsedad desde 1. Si el valor de uso es una institución de sentido humana, claramente no es "natural". Justamente, al no ser intrínseco, no parece natural en ningún sentido relevante. Sería natural la materialidad misma del objeto, en la que se fundamente la constitución de éste como objeto útil, la institución del valor de uso. Pero no el valor de uso mismo. Marx parecería aquí estar usando la palabra en términos intuitivos. De hecho, dice "hausbackene Naturalform", literalmente "forma natural casera", este "hausbacken" puede significar también "simple, ordinario/cotidiano y sin ninguna nota especial [allzu einfach, alltäglich und ohne eine besondere Note]" (DWDS-Wörterbuch ). Por tanto, habrá que entender que esta forma natural que es el valor de uso, es natural simplemente en el sentido de ser una suerte de "necesidad constitutiva" del ser humano. No importa en qué sociedad nos encontremos, incluso no importa si nos encontramos en sociedad o estamos cual Robinson o en pequeña comuna o lo que fuere, siempre, constituiremos objetos como valores de uso, al menos para la satisfacción de necesidades, ya que si no lo hiciéramos, pereceríamos. Así, es natural al hombre, diríamos, necesario, instituir a las cosas físicas de un valor de uso. No es así, entonces, con el valor de cambio, el segundo aspecto de la mercancía.
Valor de cambio
El valor de cambio es el aspecto cuantitativo de la mercancía. Para determinar un valor de cambio, debemos hacer abstracción de su valor de uso y por lo tanto, también de la materialidad misma del objeto. En el §5 Marx sostiene que una mercancía "considerada como valor de uso", es decir, sólo en tanto valor de uso, es decir, en tanto objeto útil, tiene un doble aspecto. Por un lado es útil para satisfacer necesidades (o deseos, agregaríamos) y por otro lado es producto del trabajo humano. Entonces, si hacemos abstracción de la mercancía en tanto útil, pero no en tanto producto del trabajo humano, encontramos que esta es la medida para determinar el valor de cambio de una mercancía. "Pero no productos de un trabajo real y concreto. Al prescindir de su valor de uso, prescindimos también de los elementos materiales y de las formas que los convierten en tal valor de uso" (§1), lo que determina el valor de cambio, entonces, es el trabajo humano abstracto. "¿Cómo se mide la magnitud de este valor? Por la cantidad de 'sustancia creadora de valor', es decir, de trabajo, que encierra. Y, a su vez, la cantidad de trabajo que encierra se mide por el tiempo de su duración y el tiempo de trabajo, tiene, finalmente, su unidad de medida en las distintas fracciones de tiempo: horas, días, etc.". Pero el tiempo que importa es el tiempo de trabajo socialmente necesario, es decir, el promedio dado en el contexto relevante en el que la mercancía se intercambia. El promedio delos holgazanes y los súper eficientes, el promedio del trabajo manual y mecanizado.
"Un objeto puede ser valor de uso sin ser valor [de cambio]. Así acontece cuando la utilidad que ese objeto encierra para el hombre, no se debe al trabajo. Es el caso del aire, de la tierra virgen, de las praderas naturales, de los bosques silvestres, etc. Y puede, asimismo, un objeto ser útil y producto del trabajo humano sin ser mercancía. Los productos del trabajo destinados a satisfacer las necesidades personales de quien los crea son, indudablemente, valores de uso, pero no mercancías. Para producir mercancías, no basta producir valores de uso, sino que es menester producir valores de uso para otros, valores de uso sociales" ¿Pueden producirse valores de uso sociales, que no impliquen un valor de cambio, es decir, sin constituir una mercancía? Ver más abajo.
El valor de cambio se expresa (o se realiza) en IV formas:
I. Forma simple o relacional. Esta forma equipara el valor de una mercancía con el de alguna otra: n de A = m de B. Por ej., dos esclavos del congo = un iphone.
II. Forma equivalencial. Consiste en tomar una mercancía como equivalente a una multiplicidad de mercancías que "equivalen a ella": n de A, m de B... i de X = y de E. Por ej., dos esclavos, 63gr de marihuana, 252 paquetes de cigarrillos... = un iphone. El iphone ahora, además de servir para todo todo todo lo que necesitabas para ser feliz, sirve también como medida del valor de las cosas.
III. Forma de equivalente general. Consiste en tomar la mercancía equivalencial como patrón general del valor de cambio. En este caso, la mercancía adquiere como valor de uso principal, el de ser el patrón general del valor de cambio. En nuestro ejemplo, el iphone claramente fracasaría, ya que sólo permitiría intercambios muy caros y no es fraccionable. El oro es el ejemplo histórico. Si bien conservaba ciertos valores de uso difererentes, como el de ser adorno o material para joyas, etc., en cuanto se vuelve forma III, su principal valor de uso es el de ser el representante del valor de cambio.
IV. Forma del dinero. Es exactamente la misma que III, sólo que ese patrón pasa a ser el dinero, cuyo único valor de uso social es el de ser el patrón del valor de cambio, el medio a través del cual se intercambian las mercancías.
"La dificultad que encierra el concepto de la forma dinero se limita a comprender lo que es la forma de equivalente general, o sea la forma general de valor pura y simple, la forma III. Esta, a su vez, se reduce por reversión a la forma II, a la forma desarrollada de valor, cuyo elemento constitutivo es la forma I, o sea, 20 varas lienzo = 1 levita o x mercancía A = z mercancía B. El germen de la forma dinero se encierra ya, por tanto, en la forma simple de la mercancía." (final §4)
Por tanto, el dinero surge como expresión necesaria de la existencia de la mercancía. Diríamos, en tanto es la mejor forma de expresar el valor de cambio y éste, a su vez, es condición necesaria de un objeto para ser mercancía. El dinero es la abstracción que posibilita la medición más precisa del valor de cambio de las mercancías, pero en su esencia no hace nada demasiado diferente de lo que está expresado en la basica relación I. Estas formas del valor de cambio son "necesarias", en el sentido de que el valor de cambio debe caer bajo alguna de ellas y, por lo tanto, no es distinto de ellas en su totalidad. Si algo tiene valor de cambio, debe poder ser expresado en la relación entre dos mercancías, bajo alguna de las 4 formas. Podríamos así formular la máxima: "siempre que haya mercancías, habrá alguna forma de dinero (o un modo de intercambio más ineficiente, que se rehúsa a terminar de desplegarse)"
El fetichismo de la mercancía
"La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un 'inmenso arsenal de mercancías' y la mercancía como su forma elemental. Por eso, nuestra investigación arranca del análisis de la mercancía." El concepto de mercancía es fundamental para comprender el capitalismo, tanto en su motor económico como en sus formas ideológicas.
A partir de este concepto comprendemos que, si bien toda mercancía tiene un valor de uso, no es este el que determina el valor de cambio. El valor de cambio está determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario, necesaria para producir la mercancía. A partir de esto, comprendemos también en qué consiste la explotación: cuando el proletario vende su fuerza de trabajo, lo que vende es su tiempo. En tanto el tiempo del proletario (y también, agregaríamos, sus habilidades) se vende, el proletario como tal es, justamente, una mercancía. Su valor de uso es el de realizar una determinada tarea y su valor de cambio es el valor de su hora, expresado hoy día en dinero. El dinero, a su vez, también es mercancía. Su valor de uso es el de ser medio de intercambio (de ahorro, podríamos agregar y quizás algún otro uso); su valor de cambio está determinado, teóricamente, por la totalidad de las mercancías que el valor representa. Sabemos que hoy esto es falso, o al menos el "precio" del dinero parece estar librado a una infinidad de contingencias que la economía burguesa pretender describir, explicar y predecir.
El fetichismo de la mercancía es, entonces, en su expresión más simple, la creencia de que el valor de cambio, en tanto resultado del trabajo humano, es una propiedad natural o inherente a los objetos mercancía y que, por lo tanto, las mercancías se encuentran entre sí en relaciones autónomas e independientes de sus productores. En palabras de Marx: "El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un carácter material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como si, por tanto, la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores. Este quid pro quo es lo que convierte a los productos de trabajo en mercancía, en objetos físicamente metafísicos o en objetos sociales" (§5).
Los productos del trabajo humano, abstraídos de su realidad concreta y reducidos a su magnitud cuantitativa en tanto gasto de energía humana en un tiempo dado, "cobran la forma de una relación social entre los propios productos de su trabajo." Creemos que existen relaciones sociales entre las mercancías, relaciones que en última instancia se nos aparecen como independientes de nuestro propio trabajo y de nuestras propias relaciones sociales como humanos.
¿Cuál es la génesis del fetichismo? Una vez más, parece ser un despliegue necesario del concepto mismo de mercancía. Comprendo el argumento de Marx de la siguiente forma:
i. Para que un objeto sea mercancía, debe tener un valor de cambio que se exprese en su relación con otra mercancía.
ii. Para que dos mercancías sean intercambiables, deben ser propiedad privada de aquellos que las intercambian.
iii. Para que las mercancías sean propiedad privada, deben ser producto (o adquisición derivada) de un trabajo privado (casi siguiendo el argumento lockeano de creador-propietario)
iv. La necesidad del intercambio se sigue de la producción privada de objetos.
"Si los objetos útiles adoptan la forma de mercancías es, pura y simplemente, porque son productos de trabajos privados independientes los unos de los otros. El conjunto de estos trabajos privados forma el trabajo colectivo de la sociedad. Como los productores entran en contacto social al cambiar entre sí los productos de su trabajo, es natural que el carácter específicamente social de sus trabajos privados sólo resalte dentro de este intercambio. También podríamos decir que los trabajos privados sólo funcionan como eslabones del trabajo colectivo de la sociedad por medio de las relaciones que el cambio establece entre los productos del trabajo y, a través de ellos, entre los productores. Por eso, ante éstos, las relaciones sociales que se establecen entre sus trabajos privados aparecen como lo que son; es decir, no como relaciones directamente sociales de las personas en sus trabajos, sino como relaciones materiales entre personas y relaciones sociales entre cosas." (énfasis mío).
El fetichismo consiste, entonces, en invertir los términos de las relaciones entre personas y cosas. En vez de tener, "como deberíamos" por así decir, relaciones sociales entre personas y relaciones materiales entre cosas, tenemos lo términos cruzados.
De la mercancía misma parece seguirse, si no con necesidad conceptual sí históricamente, la posiblidad de la explotación capitalista y, también, el fetichismo mismo que se vincula tan estrechamente con la alienación. Porque, recordemos, también hacemos fetiche de la mercancía proletario, como se ve claramente en la idea de tomarlo como mero medio para el fin del enriquecimiento personal (alienación) y el poder reducirlo a su mera magnitud cuantitativa de tiempo de trabajo para ofrecer, que puedo comparar con otras mercancías del mismo tipo (fetichismo).
"Es en el acto de cambio donde los productos del trabajo cobran una materialidad de valor socialmente igual e independiente de su múltiple y diversa materialidad física de objetos útiles. Este desdoblamiento del producto del trabajo en objeto útil y materialización de valor sólo se presenta prácticamente allí donde el cambio adquiere la extensión e importancia suficientes para que se produzcan objetos útiles con vistas al cambio, donde, por tanto, el carácter de valor de los objetos se acusa ya en el momento de ser producidos. A partir de este instante, los trabajos privados de los productores asumen, de hecho, un doble carácter social. De una parte, considerados como trabajos útiles concretos, tienen necesariamente que satisfacer una determinada necesidad social y encajar, por tanto, dentro del trabajo colectivo de la sociedad, dentro del sistema elemental de la división social del trabajo. Mas, por otra parte, sólo serán aptos para satisfacer las múltiples necesidades de sus propios productores en la medida en que cada uno de esos trabajos privados y útiles concretos sea susceptible de ser cambiado por cualquier otro trabajo privado útil, o lo que es lo mismo, en la medida en que represente un equivalente suyo. Para encontrar la igualdad toto coelo(13) de diversos trabajos, hay que hacer forzosamente abstracción de su desigualdad real, reducirlos al carácter común a todos ellos como desgaste de fuerza humana de trabajo, como trabajo humano abstracto. El cerebro de los productores".
El hecho de que el trabajo humano se realice de manera privada y el hecho de que el producto sea una mercancía tienen como consecuencia que el sentido mismo de la producción humana esté orientado a generar valores de cambio y no de uso. Lo que se produce es lo que se puede vender, no lo necesario. Las cosas se producen porque tienen/tendrán un valor de cambio y para ser intercambiadas, incluso más que para ser consumidas/utilizadas. En este esquema, todo se nos aparece como medio para el único fin del enriquecimiento. En un primer sentido enriquecimiento en el sentido de acumular riqueza material, tener muchas cosas, pero cada vez de manera más y más alienada, en el sentido de 'tener mayor valor de cambio en el haber de uno'. Lo que se ve reflejado, por ejemplo, en la decisión de comprar mercancías más caras sólo porque son más caras, aunque no tengan mayor valor de uso y en su nivel más extremo en tener dinero acumulado por sí mismo, que nunca se intercambia por riqueza real y que en los casos más extremos no sería posible hacerlo.
Hacia una sociedad post-revolucionaria
"Finalmente, imaginémonos, para variar, una asociación de hombres libres que trabajen con medios colectivos de producción y que desplieguen sus numerosas fuerzas individuales de trabajo, con plena conciencia de lo que hacen, como una gran fuerza de trabajo social. En esta sociedad se repetirán todas las normas que presiden el trabajo de un Robinson, pero con carácter social y no individual. Los productos de Robinson eran todos producto personal y exclusivo suyo, y por tanto objetos directamente destinados a su uso. El producto colectivo de la asociación a que nos referimos es un producto social. Una parte de este producto vuelve a prestar servicio bajo la forma de medios de producción. Sigue siendo social. Otra parte es consumida por los individuos asociados, bajo forma de medios de vida. Debe, por tanto, ser distribuida. El carácter de esta distribución variará según el carácter especial del propio organismo social de producción y con arreglo al nivel histórico de los productores. Partiremos, sin embargo, aunque sólo sea a título de paralelo con el régimen de producción de mercancías, del supuesto de que la participación asignada a cada productor en los medios de vida depende de su tiempo de trabajo. En estas condiciones, el tiempo de trabajo representaría, como se ve, una doble función. Su distribución con arreglo a un plan social servirá para regular la proporción adecuada entre las diversas funciones del trabajo y las distintas necesidades. De otra parte y simultáneamente, el tiempo de trabajo serviría para graduar la parte individual del productor en el trabajo colectivo y, por tanto, en la parte del producto también colectivo destinada al consumo. Como se ve, aquí las relaciones sociales de los hombres con su trabajo y los productos de su trabajo son perfectamente claras y sencillas, tanto en lo tocante a la producción como en lo que se refiere a la distribución."
Queremos una sociedad sin explotación y sin alienación. Entendemos, quizás aunque no fuera más que como vagos ideales regulativos, que para que eso sea posible, esa sociedad debe ser comunista (sin clase) y anarquista (sin formas de gobierno/opresión), organizada y fundamentada en el amor. Creo que podemos darle más contenido al proyecto, a partir de los conceptos de mercancía y fetichismo.
Queremos una economía sin fetichismo. Permítaseme como supuesto evidente, aunque fuera no más por ser una forma de alienación.
Necesitamos una econonomía sin mercancías. Es decir, una economía sin valores de cambio, sólo con (objetos investidos de) valores de uso. Para eso necesitamos, básicamente, no intercambiar. Para eso lo que necesitamos es romper con el esquema de la producción privada y reemplazarlo por el de la producción social/comunitaria. En otras palabras, debemos comenzar por otro lado. La producción de los bienes necesarios/útiles/deseables no debe estar librada a la voluntad y arbitraria posiblidad de particulares aislados, sino decidida y organizada por un "nosotros" que pasa a ser el total de la sociedad, en la fantasía revolucionaria, el mundo entero. Todos producen para todos, de la manera que resulte mejor según las posiblidades dadas y los bienes circulan como se decida, según necesidad, posiblidad y deseo.
Como Marx mismo sugiere, lo que uno le da a la sociedad es tiempo de trabajo y la sociedad distribuye los bienes producidos por todos y para todos. En la fantasía última, todo trabajo "duro", "dirty", "alienante" está mecanizado. Si es que existe realmente tal cosa y no es que, incluso si todo fuera mecanizable, no "deberíamos", como humanos, siempre seguir arando la tierra, construyendo algo con las manos, etc., aunque fuera un rato. Una vez eliminada la no-necesidad de producir ilimitadamente, el tiempo de trabajo socialmente necesario para cubrir las necesidades de la humanidad entera, incluso en su estadio actual de sobre-población, no debería ser excesivamente alto (a study shows, ponele, me pinta a mí).
El trabajo deja de ser un medio para obtener los medios de la subsistencia (la remuneración) y pasa a ser, principalmente, un fin en sí mismo. La gratificación misma de trabajar, porque es lo que los humanos venimos a hacer al mundo, trabajar y realizarnos como humanos. En esa actividad, cubrimos nuestras necesidades. "Esto implica ante todo una decisión vital a favor de una profesión o vocación (Beruf). En la profesión se vive en la unidad de una vida.", dice Husserl. Claro, cuando las necesidades apremian y la demanda del trabajo "necesario" y no necesariamente gratificante no deja tiempo para la profesión vital, la cosa se complica. Pero, ¿qué más vamos a hacer, sino aguantarla todos juntos? Cada uno contribuyendo lo que más pueda, lo mejor que tenga para dar, lo que sea fácticamente necesario y humanamente posible. "Solo puedo ser completamente dichoso (glücklich) si la humanidad como un todo puede serlo. Digna de vivirse es la vida en todas las circunstancias, ya como ética; [...]. Digna de vivirse con mayor derecho, cuando yo, el que obra, veo un horizonte abierto de vínculo social de amor y comunidad de trabajo (einen offenen Horizont sozialer Liebesverbundenheit und Arbeitsgemeinschaft), en el que todos nosotros en término medio avanzamos y podemos ayudarnos en la elevación de la existencia (Hua XLII, 332)."
Para eso, creo entonces, debemos dejar de intercambiar y debemos dejar de considerar que existe la propiedad, incluso de aquello que es producto de mi trabajo humano. Produzco para mí y para todos y lo para encontrar en ello la gratificación de hacerlo, que veo consumada en el trabajo, aunque nunca sea "mío" ni yo como privado vaya a disponer de él. El mundo es uno, la sociedad es una y las necesidades son las de todos. Para todos producimos, obrando con el fin de hacerlo de la mejor manera posible y confiando en que esa es la motivación. La falibilidad tanto racional como afectiva acechan por todos lados, sin duda. Pero, ¿qué más queda, sino la forma de lograr eso? Sabemos que cualquier forma de economía mercantil, en sentido de mercancías, mercado e intercambio, está destianada a alguna forma de explotación, alienación, fetichismo. Están dadas las condiciones materiales, creo, para que esto sea posible, una administración social-mundial de la producción, motivada por el amor y dirigida hacia el bien. Sólo queda la revolución para llegar hasta ahí y empezar a probar. Quizás, si realmente están dadas las condiciones materiales para lo uno, también lo están para lo otro.
Algunos comentarios más
"El carácter de esta distribución variará según el carácter especial del propio organismo social de producción y con arreglo al nivel histórico de los productores. Partiremos, sin embargo, aunque sólo sea a título de paralelo con el régimen de producción de mercancías, del supuesto de que la participación asignada a cada productor en los medios de vida depende de su tiempo de trabajo." Ya estaba más arriba, pero me interesa analizarlo por separado. Creo que esto puede ser una pauta metodológica más concreta sobre cómo empezar un camino de transición. Quizás sea ambicioso de mi parte, pero lo vería como un primer paso. Para todos nosotros y tantos más, hijos del capitalismo, la transición será mucho más difícil de lo que será aprender los nuevos valores para los hijos de la revolución. En este sentido, "partiremos" de algo mínimamente conocido, de un resabio de la lógica del intercambio justo, hasta que simplemente ya no sea necesario.
Como propone Marx, esto puede darse en términos de la ecuación horas de trabajo ofrecidas a la comunidad - bienes de consumo asignados. Creo, sin embargo, que es fundamental pensar esta relación lo más alejado posible de la lógica del intercambio, es decir, no como una equivalencia de ningún tipo entre cantidad de horas y bienes (con valores de cambio en relación a las horas), sino: 'simplemente' la exigencia explícita de que para recibir, hay que contribuir. ¿Cuántas horas debe trabajar cada individuo para que todos tengamos lo que necesitamos? 4 por día. Bien, contabilizamos las horas trabajadas y quien no cumpla, "no come", recibe una advertencia, whatever, en definitiva se quedaría sin comer. Les construimos este discurso a todos los pobres humanos alienados que no entienden que no trabajamos para que nos den algo a cambio, sin porque queremos y es lo que somos. Y que si hacemos más o menos lo que hay que hacer, a nadie le va a faltar ni sobrar nada. Les exigimos esto para que entiendan que lo bueno de la vida no era jubilarse y vivir de rentas haciéndose la paja y mirando tineli, sino vivir una vida plena trabajando en, con, para y por la comunidad intersubjetiva del amor. Lo exigimos, de manera infantil, pero no por eso caemos en la lógica del intercambio y nos engañamos creyendo que estamos haciendo algo diferente, mientras esperamos que las mercancías se desarrollen y nos hagan explotarnos, alienarnos y fetichizarnos una vez más. Si trabajo más no me dan más ni mejor. No más ni mejor y no hay trabajar ni más ni menos. Trabajas y tenés lo que necesitás, esa es la vida. ¿Te cuesta entenderlo? Bueno, "si no trabajás, no comés y lo anotamos en un registro así todos saben quién no trabajó y es un ñoqui o algo así." Hasta que aprendamos. Hasta que no haya nadie que no trabaje o a nadie le importe que haya un par que, vaya uno a saber dios por qué, no quieren trabajar y quieren vivir del producto del trabajo del resto de la sociedad, de la que rehúsan formar parte.